Empecé a tocar el pomo de la puerta. Me sudaban mucho las manos de los nervios y, para colmo, mi puerta no tiene mirilla. Al final, me armé de valor y abrí la puerta. Ante mis ojos había dos personas de las cuales me acordaba vagamente. El individuo que tenía el pelo rizado, tenía gafas, un machete en la mano, una “Desert Eagle” en la otra y un chaleco con dos granadas cruzándole el pecho. El otro tenía el pelo estilo tazón, una navaja de combate, un rifle de asalto y casco militar. Entonces empezó a haber una distorsión en mi visión y me di cuenta de que era un holograma. El holograma decía que si quería encontrar supervivientes que me dirigiera al Este. No podía creérmelo, ¡había supervivientes! Pero... ¿cómo no los he descubierto? Inmediatamente envolví el bocadillo, cogí mi mochila y metí: el bocata, algunas provisiones, mi butterfly (un tipo de navaja), agua, mi móvil, y mi mini-kit de acampada. Salí de mi casa y suspiré porque sabía que no la vería dentro de mucho tiempo. Me colo