Literacción

Miriam (2ºB ESO) Sombras Las lágrimas resbalaban fugaces por sus mejillas. Aún seguía planteándose la misma pregunta que cuando era niña: ¿Acaso nunca dirán la verdad? ¿Acaso mentirán a cualquier persona para obtener su propio beneficio? ¿Acaso nadie es, en realidad, lo que aparenta ser? Ya sabía la respuesta. Probablemente le había ocurrido más veces que a nadie, pero ella seguía insistiendo en que se puede cambiar, en que sí se puede pensar con corazón y no con esa frialdad tan propia del ser humano, en que siempre había un buen motivo para los actos… pero no era así. Siempre tan inocente, tan crédula, hasta el punto de que utilizaban eso contra ella. Aunque fuera experta, le seguía doliendo como una puñalada en el corazón, como la primera vez. Y es que no siempre la gente se muestra como realmente es. A veces, solo proyectan una tenue sombra de lo que quieren ser.

Marta (2ºB ESO) Reparado Los sollozos retumbaban por toda la habitación, se podría decir que por toda la casa; pero… ¿Cómo juzgarla? No hay nada peor que un corazón roto, y eso no era lo peor. Ángela no solo se sentía así por un desamor, sino porque terminó de una manera muy pacífica, y por eso le comía el sentimiento de culpa, ya que había gente sintiéndose mejor. Tan grande era esta que ya no se sabía por qué lloraba. Tengo que quitarme la cabeza de esto. En ese momento se apreció luz en aquel cuarto oscuro. Entonces lo vio: esa cesta llena de los filos hilos de lana que solía utilizar su madre cada vez que se le rompía un peluche. Ojalá fueran igual de resistentes para reparar mi corazón… En ese momento vio una aguja con un hilo rojo intenso. ¿Estás segura de que no lo sean? La aguja empezó a adentrarse en su pecho, arreglando su corazón, conforme pasaba los segundos ella iba siendo más y más dichosa… … Se escucharon unos pasos acercándose. -¿Otra vez

Beatriz (2ºA ESO) Locura -¿Edad? - 17. - ¿Dónde se encuentra su familia? - De viaje. Estoy sentada en el escritorio de mi despacho, interrogando a una menor que acaba de vivir una locura por un asesino en serie. No tenía nada que hacer, estaba tomándome un té y planificando mi fin de semana, hasta que llegó ella. No hablaba mucho, pero era normal, ¿quién hablaría después de haber sobrevivido en una casa con un asesino? -¿Se encuentra bien? - No, ¿cómo iba a estarlo? Ni siquiera entiendo por qué sigo aquí después de dos horas y media de lo sucedido. Entró mi compañero, y me susurró al oído: -El asesino es el padre de la chica La chica se enteró y salió corriendo de la habitación.