LA CRUEL IDEOLOGÍA DEL HOMBRE PERFECTO - EPISODIO II: LA FAMILIA PERFECTA

Con Varsovia ya conquistada, los nazis tenían Polonia más que dominada. Lo que permitía que familias relacionadas con los nazis como la de Rosy Bennet, la protagonista de esta historia, hicieran posible el sueño de conocer al gran magnate de la política Adolf Hitler, la mosca puñetera mata judíos. Rosy no se identificaba para nada con las discriminaciones de los derechos, fueras de un sexo o de una religión diferente a la que promulgaban los nazis, no significaba que por eso nacieras con sentencia de muerte, decía. Además, Rosy era homosexual, pero ese secreto se lo reservaba, aunque ya había gente que lo sospechaba y que cotilleaba sobre la atracción sexual de la aclamada hija de los Bennet. Al enterarse de dichos cotilleos Marian y Patrick Bennet, sus padres, mandaron a su hija a un cura de la Iglesia de Varsovia para que sacara el demonio de su interior. Lo único que hizo fue cometer actos imperdonables que Rosy tendría que callar toda su vida.

Semanas después del ataque a Varsovia de las tropas alemanas, Hitler decidió invitar a las familias nazis más prestigiosas de Polonia, para conocer más aquel terreno, y conseguir información sobre los distintos escondites judíos. Todas las familias aceptaron para quedar en Berghof, residencia de Hitler en aquel entonces, el 23 de octubre de 1939.

Los invitados tenían que llegar a Berghof en autobuses camuflados para que los oponentes de los nazis no los detectaran. Había dos autobuses, uno para los adultos y otro para los menores de 20 años. Como Rosy tenía 17, tuvo que entrar en el grupo de los menores. Al subirse al autobús, el conductor la miró raro, y la misma función desempeñaron los pasajeros del automóvil, sobre todo los dos chicos que iban en el asiento de delante de la chica. La miraban escandalizados, porque la mañana de ese mismo día, Rosy, había aprovechado para raparse el pelo y dejárselo como un hombre de 40 años y para comprarse unos pantalones, con la intención de reclamar la anulación de todos los estereotipos que estaban creando los nazis con sus ideales.

-                     ¡Eh, tú! – dijo uno de los chavales que estaba sentado delante.

-                     ¿Qué queréis? – contestó la chica.

-                     Nos hemos enterados de que te gustan las chicas, y ahora encima intentas burlarte de Hitler con tu manera de vestir. El te matará tiros si no lo hago yo antes.

-                     No intento burlarme, solo quiero reclamar mis derechos y los de las otras personas oprimidas.

El conductor les mandó a callar si no querían que les bajaran del bus. Cuando llegaron al palacio, muchos de los adultos abrieron sus ventanillas y levantaron el brazo, como señal de respeto Hitler y a su armada alemana. Al entrar al palacio, como de costumbre, la gente se quedaba mirando a la hija de los Bennet, y la madre aprovechó para darle un cachetazo a su hija en la cara, dejándola marcada durante toda la velada. Cuando llegaron a la sala donde Hitler esperaba a sus invitados, mandó a echar a todos fuera, menos a la familia Bennet, con la que tenía que hablar después del desprecio que había mostrado Rosy con las pintas que llevaba para la ocasión.

-                     Si maleducamos a nuestros hijos dejándoles hacer lo que quieran, empiezo a comprender la estupidez que atrae a las personas a ser judías –  dijo Adolf y sin más antelación, y antes de permitir a Marian y a Patrick expresarse, les disparó a los dos en la cabeza, provocándoles una muerte inmediata- tus padres te han malcriado hija del demonio, ¿cómo te atreves a aceptar la invitación para humillarme?


-                     No era para humillarle, solo quería defender las miles de vidas que usted ha puesto en peligro, solo porque cree que tener ideales distintas a las suyas hace a la personas indiferentes, haciendo que se callen su dolor. Quería hacerle saber que yo soy una lesbiana a la que le gusta ir con vaqueros de hombre y vestirse como tal y que me encanta llevar el pelo corto. Nuestras preferencias no nos hacen ir directos a la muerte y al dolor. Usted defiende la creación del hombre perfecto, pero nadie es perfecto, todos tenemos nuestras diferencias. Créame, si toda la gente pensara lo mismo, que aburrido que sería el mundo.

Después de eso no se volvió a saber nada de la familia Bennet, pero cree que Rosy acabó en Auschwitz. Los últimos rastros de ADN de los Bennet que vieron los invitados fueron los cuerpos sin vida de Marian y Patrick Bennet, tumbados en el suelo, con un tiro en la cabeza cada uno.

Luis P.




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