NOCHE ESTRELLADA

Era noche de  lluvia de estrellas. Mi novio José y yo estábamos de camino a la cima de la colina; era la más alta que había y estaba alejada de la ciudad. Lo positivo era que no molestaban las luces de la alborotada Madrid, tan solo estábamos iluminados por las tenues luces de las luciérnagas. Ese día celebrábamos 8 meses juntos llenos de buenos momentos y alegría. Decidimos no llevar teléfonos ni nada por el estilo para que la velada, por sencilla que fuera, al menos no fuera interrumpida ni por las absurdas notificaciones de Instagram ni los grupos de whatsapp molestándonos. Con tenernos el uno al otro nos bastaba.

Con unos prismáticos y un par de cantimploras nos valía para echar el rato. Pero todo se volvió gris al oír un fuerte ruido proveniente de un hostal que estaba a 500 metros de nosotros. Un loco encapuchado salía de la puerta principal dejando un rastro de una extraña sustancia brillante y llamativa. Consigo llevaba una bolsa negra de tela, en su interior llevaba un extraño ser que se movía, como si lo hubieran capturado. Era de un color que mis ojos no eran capaces de percibir, únicamente se veían 3 franjas de un amarillo blanquecino muy potente, que desprendía un curioso resplandor.

En el instante todo se volvió oscuro, como si nada hubiera pasado, estaba como embobada, mirando al horizonte sin saber bien el motivo, pero oí cada vez más cercana la voz de José diciéndome “oye, Talia, ey ¿estás ahí?” Al instante volví a mi ser y le dije algo preocupada “¿has visto eso?” A lo que él me respondió “¿el qué?” Me quedé unos instantes pensando qué le diría con respecto a lo que acababa de oír. Solo pude decir bruscamente “nada, nada, serán alucinaciones mías o algo...”. Pero, de un momento a otro, se repitió la escena que acababa de visualizar en mi “alucinación”.


Silvia O.



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