EL FLUIR DEL AGUA EN EL TRANSCURSO DE LA VIDA
Desde estas letras, permítanme hablar de mí, alguien con ilusiones, retos, ganas de
aprender a superarse, de crecer como persona, de valorar el esfuerzo, de luchar por lo
que creo, de VIVIR.
Imagínense si todo fluye, si el agua es fuente de vida, que desde
que estaba en el interior de mi madre ya era necesaria para mí. Ese gran porcentaje de
agua con fluidos a través del cordón umbilical que me permitía crecer. Después vino el
llanto, que, salvo dolor, fue la máxima expresión de río de vida, esa “agüita” que corría
por mis mejillas y que daba fe que estaba a salvo, que todo comenzaba para mí.
Después llegó ese agua tan diferente y menos calentita, la que recorrió mi cuerpo para
limpiar la sangre y ponerme mi primer vestido. ¡Qué mágica es el agua!, y qué sentido
cobra cuando comienza una vida.
Fui creciendo, y en el cole nos hablaban de la importancia del agua como recurso
imprescindible para la vida, para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, como un
bien preciado que hay que cuidar, y poco a poco fui descubriendo que mis profesores
tenían razón. En clase vimos un vídeo de niños y niñas en un pueblo de África que no
tienen las “facilidades” que tenemos nosotros de abrir el grifo para asearnos, para lavar,
o simplemente para llenar una botella de agua para el recreo. Y me caló hondo, algo en
mí se movió; quizá las distancias que tienen que recorrer para conseguir almacenar una
cantidad de agua, quizá los ojos de tristeza de ese niño.
Cuando llegué a casa a mediodía lo hablé con mi familia, parece que no, pero una
decisión SÍ marca la diferencia. Tomamos conciencia. Empezamos con pequeños
gestos, cerrar el grifo para enjabonarnos, coger en un cubo el agua de ducha fría hasta
que sale caliente, aprovechar el agua de cocer verduras para regar las plantas…Y me
encanta, vamos todos a una. Hemos creado un hábito.
Espero que cuando tenga hijos, y por qué no, nietos, deje el legado del respeto por el
agua, que cada vez sea menos necesario hablar de la importancia de cuidarla, que, de
manera natural, no desechemos vertidos que la contaminen, que poco a poco se oiga,
cada vez menos, una noticia donde se plasme que nuestro planeta se desertiza.
Estoy
convencido que no será en vano mi creencia, mi cambio puede ser el comienzo de otros
muchos. Y cuando mi vida en esta tierra acabe, dormir con la esperanza de que dejo
atrás una Tierra mejor.
Charlie
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