El sol radiaba en las cimas de las montañas alemanas en pleno 23 de mayo. La ventana de la casa de los Levi dejaba pasar la poca luz que alumbraba el centro del diminuto pueblecito judío. Acostados en la cama estaban la glamurosa alcaldesa de dicho pueblo, Rachel Beato, y el recién nombrado a capitán, Gerónimo Schneider. Parece extraño que en una misma cama no estuviera el simple cónyuge que deberían formar Rachel Beato y Abdías Levi; sin embargo, por la estrechas y pequeñas calles del pueblo se cotilleaba que Beato estaría cometiendo un gran delito de adulterio, sumamente castigado en aquella época. Y así era: la alcaldesa engañaba a su marido con un capitán nazi. Por parte de Beato era un poco hipócrita defender los derechos de los judíos (especialmente los de su pueblo) y, sin embargo, que anduviera en una relación con Schneider que, con solo una firma, podía mandar a todo el pueblo a un campo de concentración; aunque estaba decidido a que, si lo hiciera, él mismo se ocuparía de lim...