SEGUNDO PREMIO RELATO 2020: SOFÍA RECIO
Bello era ese longevo y oscuro día de invierno, en el que todos los habitantes de un hermoso pueblo llamado Belén se resguardaban en humildes chozas y hostales, contando con un día indiferente más.
Un pastor de 13 años de edad,
caminaba por las abandonadas calles preguntándose que había sido de ese pueblo
animado en el que reía y jugaba. Al fin y al cabo, tan solo quería a alguien
con quien mantener una conversación.
Fue esa noche de cielo
estrellado en la que notó que una cegadora estrella de gran tamaño se movía por
el inmenso espacio. Esa estrella de profundo resplandor invitaba al curioso
pastorcillo a acompañarla.
El pastorcillo, se cruzaba
continuamente en el camino del cuerpo celeste, y constantemente trataba de no
perderlo de vista.
Tardó en ser consciente de
que él no era el único que perseguía al brillante astro, más allá de su
extrañado rostro, se encontraba una mujer embarazada asentada en un burro de un
tono grisáceo, junto a un hombre de cabello color carbón, que parecía estar
desesperado ante su situación. El pastorcillo, que carecía de vergüenza alguna,
se presentó no muy lejos de ellos y les preguntó con buena voluntad si podía
ayudarlos en algo, estos le agradecieron la ayuda y le rogaron al humilde
pastorcillo un lugar en el que hospedarse aquella noche, ya que la mujer estaba
embarazada, y acababa de romper aguas. El pastor les recomendó varios hostales
de gran calidad que se encontraban en la zona, pero la pareja, desolada, le dijo
al niño que, debido al estado de la mujer, no les dejarían hospedarse en ningún
lugar. Por último, y como última esperanza, el pastorcillo les ofreció
resguardarse en un establo no muy lejos de allí, en el que no les ofrecerían
las mismas condiciones que en un hostal, pero que, si era de urgencia, el mismo
se encargaría de que todo marchara bien.
Una vez ellos llegaron allí,
el pastor les deseo buena suerte y simuló marcharse. El niño seguía allí, solo
que se escondía tras un bloque de paja. Tras el nacimiento del bebe, el niño
sintió como si su gran corazón se agrandara al nivel de no coger en su delgado
cuerpecillo, sintió como si esa noche, todas las almas de buena voluntad que
permanecían en el pueblo de Belén se hubieran juntado para proteger y añorar a
un solo niño de cabellos dorados.
Sofía Recio
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