LA CUARESMA

Cuarenta días para escuchar ese “a esta es” del capataz, ese “dime” con sentimiento del costalero. Cuarenta días para volver a escuchar ese crujir de madero con cada levantá, para escuchar esas campanillas en el palio. Cuarenta días para volver a tener los sentimientos a flor de piel con cada entrada, con cada salida, con cada redoble de tambor, y con cada corneta. Cuarenta días para tener ese a olor a incienso por cada rincón de la ciudad, por cada casa, por cada iglesia. Pero sobre todo, Cuarenta días, para verte caminar por tu barrio de Santiago, para verte de frente en la Catedral, para acompañarte de la mano de mi padre. Cuarenta días para el momento más importante del año. Solo cuarenta días.

Padialvao


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